Reflexionar sobre lo vivido tiene sus ventajas: se vuelve a ser joven. Conocer el mar es de las experiencias más significativas de la vida, sobre todo en la adolescencia, cuando las hormonas están alborotadas y la mente está cambiando los juegos infantiles por pasiones juveniles que nos hacen bullir el espÃritu.Todas las cosas en el PacÃfico tienen alma, la felicidad está en descubrirlas y disfrutarlas: la sazón de la comida, el caminado de sus mujeres al ritmo de la marea, el tumbao de sus pobladores, la música y las canciones. La naturaleza, el océano y la vida que se genera en el manglar, es mucha bonanza reunida en una región que se resiste a ser desconocida y destruida.Todo es de admirar: El coraje de mujeres enamoradas, de pobladores que traspiran melodÃas y danzas, que aprendieron de la ballenas a conjugar el verbo amar y de ese mar bravo que se defiende, tal vez, de un brujo enfurecido y de bandidos que, con balas y moto sierras, despedazan hombres y callan tambores y marimbas en busca de oro y cocaÃnaLa conciencia de gentes jóvenes cansadas de abusos e inequidades, acompañada de educación y su poderosa cultura como guÃa, hará que estos, bravos como el mar, conquisten la felicidad y rescaten el paraÃso.
Autor: Luis Alberto Perea Mendez
Precio: $35,000