La amplitud de la miseria

La poesía es delatora, indiscreta, chivata. Dice la verdad más verdadera. Descubre el esqueleto del alma. Y la suya se desarrolla, como ciertos cultivos, en el fluido de la ternura (no de la sensiblería ni de la cursilería delicuescente), ese registro tan escaso en nuestra literatura, como muy bien nos recordaba el Azorín de «La voluntad». El varón es frecuente que se avergüence de su bagaje de ternura, como de sus lágrimas. La costumbre -¡aquí somos muy machos!-las atribuye a la mujer. Usted, mosquetero, torbellino, vociferante y desmadrado es -y no querría insultarlo- una criatura tierna y solitaria y tímida. Se escuda en su chisporroteo de palabras y ademanes como quien se encierra en un bunker. No quiere hacer, ni recibir, confidencias. Teme que, al día siguiente, la persona en quien confió -pasada la emoción del momento- se burle o considere banales las palabras en que usted se mostraba desnudo y desamparado. El equilibrio/desequilibrio de su balanza consiste en que, por pudor, no se muestra desnudo ante una persona amiga y sí lo hace ante una cámara fotográfica -la poesía- sin advertir que las pruebas, una vez reveladas, irán a parar a miles de personas que las contemplarán en una revista del corazón. No se desnuda en privado, pero sí en público… José Hierro

Autor: Jordi Virallonga

Precio: $20,000